Los Yolis después de las fotos de Olkar Ramírez

Los Yolis después de las fotos de Olkar Ramírez
La foto que más me gusta (Doris Night, Tino Tinto, Divina Gloria, Dennis Pannullo y Ben Gala)

sábado, 24 de abril de 2010

El Encuentro


LOS COMIENZOS (Latidos del Corazón)


Era una noche cálida, cuando se iba el verano.
Bar La Opera, Corrientes y Callao.

Yo recién llegaba de un mini exilio que duró los últimos años oscuros. Me queda el recuerdo desvahido de jeans ajustados, musculosas blancas, jazmines y sonrisas nuevas.
Empezaba 1983.

Estábamos con Tino y de pronto entró él. Una melena larga roja y enrulada, el cuerpazo aniñado y esa mueca graciosa y tímida, con los labios un poco fruncidos y un poco desafiantes que no perdía ni cuando murmuraba con su ronquera eterna. Estamos hablando de Batato, claro, nacido Walter Barea y autonombrado Yoli como Willy Boedo.
Más rápido de lo que cae un rayo empezamos a ensayar en su casa, un departamento de dos ambientes en Once, e igual de rápido como nos sucedía casi todo, se incorporaron fugazmente Lucy Makeup y permanentemente Peter Pirello, que a falta de un espacio mejor, por el momento pasaba la música durante los ensayos.

Nuestra primera audición fue en lo de Fontova.
Lucy desapareció con un extraño malestar y Peter tomó su espacio. Y su vestuario y sus números: se hizo la gran señora que es.
Con el tiempo aprendimos que eso se llamaba transformismo, pero entonces no le dábamos demasiada importancia al género aunque nos divertíamos bastante con esos intercambios de sexo y el color especial que le daban a los números.
Íbamos como sin plan pero siguiendo un camino perfectamente trazado, comprenderíamos después.

La cuestión fue que el show a Fontova no le gustó, no era para su gente. Y otra vez en bolas ¿cómo se ofrecía un espectáculo?
Bueno, usamos la gran técnica Yoli de resolver sin más, aunque hubiera que inventar la rueda de nuevo. Maravilla de la naturaleza, bienvenida inocencia perdida, fe sin límites, candor extremo.
Buscábamos en los diarios las direcciones de los pubs, nos elegíamos algo del vestuario y ahí nomás ofrecíamos una muestra gratis.

Sólo unas peripecias más tarde llegamos a Taxi Concert (consagrado sin duda alguna como nuestro Nido) y se produjo el milagro: cuatro fechas para nosotros solitos. Vendimos las entradas de la primera a parientes y amigos. Con dos lámparas para autos por toda iluminación y cassettes grabados en casa de mis viejos por todo sonido, con empleados de correo en primera fila y padres y hermanos en la segunda, llenamos el boliche de gente y el corazón con aplausos que no eran de compromiso. Mucho no entendían, pero saltaba a la vista que había tanta alma en ése escenario de tres por dos que a nadie le importaba entender nada. Actores y público éramos puro entusiasmo, asombro y alegría.
Este es el enorme rinconcito de nuestro primer show: Latidos del Corazón.

1 comentario:

  1. Te felicito por el texto, está muy bien la descripción de época, tenés algunos giros que me recuerdan a Bs. As. Me mata, aunque lo tuyo está escrito desde las tripas, sin edulcorante. ¿Te dedicás a la dramaturgia?, Te dejo un beso.

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